Cuando comencé a escribir ficción, tuve problemas para encontrar información que placiera mi obsesión pueril por la ortografía. Más que entender qué escribir, me preocupaba mucho el cómo era que debía escribirse para que la puntuación (aunada a los otros signos tipográficos), me fuera útil para encauzar al lector por donde yo quería que se moviera. Eso, sin duda, significaba apostar por un lector que sabe leer, capaz de comprender que, si la coma está ahí, no es por un favor a su asfixia, sino que responde a una intención de sentido. Un «lector ideal», en palabras de Barthes.

Aunque el Panhispánico de Dudas de la Real Academia contiene, en muchos casos, las respuestas a dudas lingüísticas, comunes o específicas, su redacción no es asequible a todo el mundo. Para encontrar la ortografía de los diálogos en el texto literario, por ejemplo, hay que moverse por un sinnúmero de abreviaturas y manejar un léxico especializado, que incluye conocimiento de categorías gramaticales, morfología y sintaxis en niveles por encima de lo poco que nos dicen, y nos importa, en el bachillerato. Así, el texto oficial se convierte en una suerte de manual esotérico: vedado a los no iniciados.

Hace unos días, un exestudiante (que tuvo el infortunio de querer escribir ficción) me consultó por cuál era la forma correcta de escribir diálogos en un cuento…; «ortográficamente», puntualizó. En el momento, sin pensarlo mucho, solo atiné a responder por la forma más normativa y comúnmente utilizada: raya-voz del personaje-raya-acotación-signo de puntuación.

Uso de la raya en diálogos: discurso directo

Ejemplo 1

—¿Por qué le pega, pendejo? —dijo mientras caminaba hasta el coche.

Cosa fácil, Paco Ignacio Taibo II.

La forma anterior es la que la Ortografía de la Lengua Española de la Real Academia recomienda y la que se conoce como discurso directo. Sirve para marcar la inserción de una voz directa de un personaje («¿Por qué le pega, pendejo?») o para marcar un cambio de interlocutor, señalado por la raya puesta delante de las palabras que conforman la intervención. Si el narrador vuelve a la narración, para precisar o aclarar (acotar) («dijo mientras caminaba hasta el coche.»), se usa una raya que, si el personaje no vuelve a intervenir, no debe cerrarse, es decir, no debe ponerse otra raya al final y basta con poner un punto final.

La intervención del personaje debe estar unida a la raya que abre la inserción. Debe haber un espacio entre las palabras de la intervención y la raya que da inicio a la acotación; esta última, también va unida a la raya que la indica y se cierra con un punto final, en caso de que el narrador no intervenga otra vez.

Ejemplo 2:

—Pues suena muy bien —admitió Yoyi el Palomo.a

—Usted se calla, niño —le recriminó el Conde y se lanzó dos aceitunas a la boca—. Usted lleva nada más que veintisiete años de razonamiento, así que más respeto con los veteranos acá presentes que cargamos cuarenta abriles de experiencia ininterrumpida…b

—Más de cuarenta. Con dos barcos de chícharos cada uno en la barriga —evocó Candito, masticando queso.c

Leonardo Padura, La neblina del ayer.

Como se ve en el ejemplo, la raya marca tanto la inserción de la voz directa como el cambio de interlocutor. Habla primero Yoyi (a) y luego es recriminado por Conde (b), cada una de las intervenciones es marcada por una raya inicial. En este caso, se ve que al final de la acotación del narrador en la intervención b, vuelve a ponerse la raya y el signo de puntuación que corresponde (en este caso un punto y seguido). Esto anticipa que la voz del mismo personaje aparecerá en la misma intervención de diálogo. El signo va siempre después de la raya y no unido a la palabra que da por terminada la acotación («—le recriminó el Conde y se lanzó dos aceitunas a la boca—.»), pues indica que todo lo que aparece entre rayas (la acotación) es una unidad de sentido completa, la cual exige un signo de puntuación que facilite al lector regresar a la voz del personaje sin confusión («Usted lleva nada más…») .

Terminada la segunda intervención del mismo personaje («… experiencia ininterrumpida…»), se pone el signo de puntuación sin cerrar el diálogo con otra raya. Para el ejemplo propuesto, Padura usa puntos suspensivos para indicar que sus palabras son interrumpidas por Candito, quien interviene en la entrada de diálogo c.

Todo lo anterior es una explicación suficiente para entender los diálogos usando la raya. Describe fácilmente cómo han de escribirse las intervenciones de personajes y las acotaciones del narrador, así como los usos de los signos de puntuación asociados. Como este tipo de texto se puede hacer muy largo o complejo, he preferido dejarlo como la primera entrega de una serie de tres o cuatro artículos sobre la ortografía del diálogo literario. En próximas entregas estaremos viendo: las comillas y el estilo directo, el diálogo en estilo indirecto libre, los niveles jerárquicos del uso de las comillas y otras cosas que se me vayan ocurriendo en el camino. Gracias por leer.