¿Sabías que una de las cosas en las que más se oponen los sexos es en la practicidad? Las mujeres somos más utilitarias que los hombres, quienes a veces son mucho corazón y poca acción. Nosotras actuamos a favor de los intereses, construimos relaciones mediando todo por cuánto beneficio es posible conseguir de determinadas situaciones. No creas que eso se opone a esa sensibilidad de la que tan orgullosas están las hembras de nuestra especie. Una sensibilidad falaz que no permite discernir u oponernos a lo masculino.

La cultura nos da la libertad de ser ridículas en la expresión exagerada de lo que sentimos. Se no está permitido llorar por la imagen de un bebé que actúa del modo en el que actúan comúnmente los bebés, pero que a nosotras, engañadas por el imaginario del instinto maternal, nos resulta un gesto extremadamente tierno y dulce y por consiguiente, susceptible de ser transformado en unos ojos aguados o en una interjección que representa cuántos hemos sido conmovidas en el útero.

Los hombres son también sensibles, solo que ellos no pueden conmoverse, aguar los ojos, porque no tienen útero y nunca podrán saber qué se siente ser madre. Nada más estúpido. No es necesario un útero para sentir como madre, así como su ausencia no priva de sentimientos nobles y bonitos para con una cría de la especie. He conocido seres con útero que no podrían proferir la mitad del amor que daría un hombre que perdió a su esposa y que sólo tiene a esa copia inexacta de ella que es su hija. Una hija que lo amará por toda su vida, sólo por el hecho azaroso de que ese hombre sea su papá y su mamá. Un azar constituido de muerte y de amor sin útero.

El útero que es un arma de destrucción masiva, que ha llevado a civilizaciones enteras a la destrucción. Cuando la sociedad pueda prescindir de las mujeres para su reproducción, cuando no sea necesario que un ser humano contenga la vida y la geste, sino que exista un aparato que emule el vientre, las mujeres perderán toda dominación sobre el movimiento del mundo. Ya no podrán ser siquiera «perras de cría», como las llamaba Aristóteles. Quedarán completamente perdidas, sin razón de ser. Porque una mujer sólo existe en la medida en que su útero perpetúa la miseria del mundo arrojando más y más basura en forma de bebés indefensos e inútiles. Una mujer sólo está completa cuando un ser, que no se puede valer por sí mismo, la llama «mamá». Antes, sólo es un amasijo de contradicciones. Una masa amorfa de posibilidades que se  resume en su inconformismo de poder tenerlo todo y no querer tener nada. Un ser carente de sí mismo que no entiende el alcance de sus decisiones, simplemente porque no puede tomar ninguna. ¿Entiendes por qué no puede tomar ninguna, Niña Snob, tú que también eres mujer? No pueden tomar ninguna decisión porque no tiene nada qué perder. Cuando no tienes qué perder ¿para qué apostar?

Imagina que todos tus actos plagan tu vida de beneficios, que al alcance de tu mano está todo. No exagero, las mujeres podemos tenerlo todo. Si nada representa esfuerzo, si todo lo tienes ganado, indefectiblemente será la abulia. Esa es la razón de que si le das poder a una mujer, ineluctablemente, ser hará una tirana. Una mujer no mide las consecuencias de sus actos porque esos actos y esas consecuencias, nunca representarán una pérdida verdadera. Sólo en perder aprendemos a cuidar. Sólo perdiendo entendemos la dimensión de lo que poseemos.

Una mujer, sabrá, se convencerá, de que después de eso que ya no es, vendrá algo mejor que también desechará y así, hasta que el punto de la precariedad humana se le revele como una tragedia. Ese punto que es la proximidad de la muerte. Cerca a desaparecer, ahora sí es momento de atesorar; ya no importará qué tan incipiente o ínfimo sea lo que escojan, porque aún ahí, en esa decisión desesperada, tampoco habrá apuesta ni pérdida. Su opción les dará eso que necesitan y dirán, con soberbia de mujer, que hubo muchas cosas mejores antes, pero que el destino las llevó, las obligó, a eso que ahora desdeñan pero que atesoran porque, ahora sí, las posibilidades que les ofrecía su condición se han reducido. Amainadas las opciones de las que les es posible escoger, es hora de inventar el mundo. Entonces se embarazan, traen un bebé y vuelven a ganar, son felices y realizadas. Una mujer no tiene nada que perder, te repito Niña Snob.

No asumas que hay en mis palabras ningún viso de misoginia, no es así. Algunos suelen darle nombres distintos a las verdades para que no les parezcan tan atroces, Niña Snob.