Y aquí la parte siguiente… nada más para decir.

Pasa a veces uno que otro, con sus bichitos deformando los músculos. Pero, en ninguno hay tantos bichos y pocos pezones como en los suyos ¿sus qué? Pues sus músculos. Le ha de parece confuso saber que la violo sin que se dé cuenta, todos los hombres lo hacen, soy sincero. Directo. Los rodeos me irritan, sobre todo cuando hay payasos que se esconden en barriles. Por supuesto, eso es gringo. Igual, me irrita sin que eso me haga xenófobo. Soy más bien somnófilo: me gusta penetrarte cuando duermes, me excito y soy un mal amante. Precoz. Yo la tuteo cuando me dé la gana, y cuando no, pues no. No me interesa ser dulce para usted. Para eso, ése helado que me hizo comprar. Yo vengo es aclararle lo que usted dice que le hice. No puedo aseverar que haya o no haya sido. De raro no tendría nada, lo hago seguido metiéndome en las noches por las ventanas. Muy fácil, de mí se fueron las marsupiales. La gente se molesta frecuentemente cuando toma café conmigo y puedo ver cómo los bichitos giran su cabecita y me escupen saliva lechosa. Odian. Me odian. Yo a veces soy el que no es, y a veces el que sí es ¿No me entiende? Recuerda, hace poco le hablaba de las personas que odian cuando toman café con-de personas que no son. Es como decir que me siento de uno u otro lado de la mesa. Así  como estamos tú y yo ahora. Decidir quién no es, es su tarea, empero, está claro ¿quién acusa a quién? Usted a mí ¿estoy aquí? Lo afirma con certeza. ¿Está usted aquí? Me afirma agresivamente. No se me estrese, ya casi llego al punto.